-Tú y tu maldita guerra.
Arenas, en su contexto, podría remedar la frase a Rajoy. Sería un buen refresco de la memoria.
Ahora Montoro, encima, toca las palmas. Y a la mayoría obtenida por los votos populares le está esperando en la Junta el trasplante del Ayuntamiento de Sevilla, cuando ganando Zoido fue alcalde Monteseirín.
Igual que tantas veces los resultados de las elecciones generales predicen los de las autonómicas (lo que estaba pasando ahora con las falsas expectativas de los sondeos), igual los resultados autonómicos pueden ser un indicio de los comicios nacionales. Quedan cuatro años para eso, pero es posible que ayer empezara el rápido derrumbe de una confianza que ha durado sólo unos cuantos meses.
El discípulo Carlos Herrera le ha contado al maestro Jesús Quintero que llegó a decirle un presidente de gobierno, que no identifica:
-Esta crisis se va a llevar por delante al gobierno de ahora y al que venga.
El que venga es el que está. Y esto concuerda con la opinión generalizada en la gente, ayer palpable en las urnas, de que esto no va. Gran parte de los votantes que elegimos en noviembre al PP, no reconocemos ya en sus rasgos definitorios al Partido Popular. Yo en particular no acierto a identificarlo. Es como si votara a mi enemigo. El desconcierto es el único perfil que nos ha dejado la esperanza del principio. Y la división de opiniones entre sus simpatizantes.
Una tomadura de pelo como la de no subir los impuestos ha desinflado entusiasmos y creado la desconfianza, por no decir el miedo; ha descosido una cierta tranquilidad por las costuras de un país que tenía de antemano más rotos y agujeros de los soportables. Nos han endiñado una reforma laboral más estratega de despidos que de contrataciones; retenciones fiscales estranguladoras de una situación salarial gravemente desajustada con la carestía básica de la vida, donde se incrementa hasta el recibo de la luz; sueldos congelados sin visos de sacar a la encimera; copago sanitario; aumento del horario laboral de los funcionarios; y el drástico horizonte de una huelga general. ¿Qué más tienen pensado para los españoles, hacer pirámides como los egipcios?
Ayer, el propio PP desbarató una ocasión histórica después de treinta años de latifundio socialista. Ayer se perdió otro tren. Aunque parece que estuviéramos acostumbrados a eso desde aquel que tampoco llegó bien hasta Atocha.
José María Fuertes fuertesaguilar@hotmail.com