En el que fuera Pabellón de Italia en la Expo del 92, han dado a conocer sus obras Mar León y Marita Bermúdez-Coronel. La organizadora, Cuca Gómez ha mostrado serigrafías de Javier de Juan y Ángel Haro. Reflejos es el título genérico de esta exposición colectiva.
Diría que es la muestra del sosiego y la tranquilidad, porque hasta las más firmes reivindicaciones o las más acusadoras preguntas se hacen sin el arma arrojadiza de lo intimidatorio. Es el arte dotado de seguridad, de calma en sus manifestaciones, de convicciones profundas a las que no hacen temblar las opiniones contrarias. Hay un acierto desde el principio en el hecho de elegir las dos artistas este hábitat del amplísimo vestíbulo del Pabellón de Italia, para ofrecer sus obras con generosidad de espacio ante los ojos de los asistentes. La exposición vive, respira, se desenvuelve sin límites inmediatos, se exhibe sin acosar al que la contempla, le permite la distancia o la proximidad (lo cual, en ciertas galerías, se echa en falta).
Mar León viene ya de la experiencia de otras muestras, pero sobre todo de travesías vitales que la han llevado por sus inquietudes, sus interrogantes desafiando a los conformismos, a lo establecido y a las más culpables omisiones y variopintas formas de la resignación social. No en vano, parte de la recaudación de esta muestra colectiva se destinará al comedor social de San Juan De Dios. Ella es una artista multidisciplinar que nos señala ahora hacia sus fotografías.
Marita Bermúdez-Coronel es una sevillana de Marchena, cuajada de aprendizajes e investigaciones por Madrid. Y una experta en paciencia de jardines, en el tiempo en profundidad que poseen, a decir del poeta Romero Murube, que tanto los contempló en el Alcázar. Los extrae desde su auténtica naturaleza de día a día, a fotografías que parecen inmortalizar aromas y constancias. Marita tiene pasión por las flores; por eso ha llegado desde ellas hasta el paisajismo. Formada por grandes profesores de Historia, Filosofía, Pintura y críticos de arte, es en la actualidad reconocida guía de la obra social del Museo Thyssen.
Transitar la exposición es como moverse entre las hermosas coloraciones de sus reflejos, discurrir serenamente por impactos que no aturden, porque las más grandes cuestiones no tienen forzosamente que increparnos. Y la paz, aquí se ve, no sólo, no siempre es blanca.