Gigantes con garras
Su mirada, apagada, perdida en el vaso de güisqui, cada vez me incitaba más a mimarlo. Acababa de volverse el hombre más rico del mundo y sólo atendía a jugar con el hielo de un lado a otro del vidrio. Invirtió lo que le quedaba en lotería, pensando que había tirado lo único que tenía, cansado de rondar empleos que parecían prometedores . Fue cómo un suicidio monetario .Ser millonario no le dejaría descansar, ni seguir con el segundo suicidio que tenía planeado. Tiró con genio hacia la pared lo que le quedaba en el vaso. En la mancha de la cal mojada vio la sombra de un gigante con garras que crecía muy deprisa y que se movía a la par que él. Reconoció sus orejas pegadas y los pelos revueltos mientras su cuerpo aumentaba de tamaño por dentro y por fuera.
