Es difícil de explicar. Tiene poca comprensión que un equipo con la dupla atacante más realizadora de Primera después de doce jornadas sólo sume 15 puntos. Cuesta entender que un equipo con internacionales por montones no termine de tomar el vuelo en un campeonato en el que todos le daban como uno de los gallitos. Es prácticamente imposible aclarar cómo un equipo que bailó y profanó el Bernabéu hace poco más de tres meses ahora sea incapaz de hincarle el diente al Mallorca. Es más, resulta del todo inútil buscar una causa para dilucidar por qué este Sevilla hay veces que se sale como ante Madrid o Valencia y otras en las que apenas aparece. ¿Motivación? ¿Concentración? Quién sabe. Pero es así. Esta noche el Mallorca ni siquiera tuvo que forzar para irse al descanso con 0- 2. En la segunda parte los de Jiménez lo intentaron. Pusieron corazón, pero en el fútbol a veces eso no es suficiente.
La cruda realidad dicta que el descenso está a tres puntitos. La cruda realidad es que al Sevilla hacerle hoy un gol no es difícil. La primera vez que llegaron los bermellones marcaron. Así de simple. La cruda realidad es que la fortuna tampoco acompaña nunca ahora. Porque Luis Fabiano tuvo un par de ocasiones clarísimas y el balón o se iba fuera por poco o Lux se lucía. Porque Kanouté remató con la testa a placer y la mandó arriba, cuando antes esas siempre iban adentro. Y porque al filo del descanso Varela se sacó un trallazo que rompió las telarañas de la portería de Palop.
La primera parte fue negra por eso, porque por enésima vez el vieno no sopló a favor y el rival con la mínima presencia hizo sangre a borbotones. Otra vez más el choque se comenzaba a ir por errores puntuales, por faltas de concentraciones momentáneas que cuestan caras. Y en la segunda parte poco se podía hacer ante un Mallorca bien plantado, que daba pocas opciones. Aún así se intentó con Chevantón en el campo, tras sustituir a Luis Fabiano que se retiró tocado. Con el uruguayo se retomó la intensidad que apenas se había visto. Kanouté acortaba distancias, el equipo encerraba por momento a los baleares, pero Lux se empeñaba en adquirir el papel de héroe, sacando bolas inverosímiles, remates a bocajarro. La expulsión de Varela a diez del final dio alas para creer en una remontada. Pero el Sevilla ya en la recta final del encuentro no creía en el milagro. La tónica era rifar el cuero y a ver qué ocurría. Segunda derrota consecutiva, séptima de la temporada. Situación, que duda cabe, preocupante.