En un pasado no tan remoto, cuando en un grupo de amigos adolescentes, de ésos con una piel facial severamente castigada por el acné que van iniciándose en el arte secreto del onanismo, uno de ellos dimitía del BUP o del COU, interrumpiendo así su periodo formativo, el corrillo habitual de madres se echaba las manos a la cabeza y exclamaba: ¡Pobrecito mío! Es una pena que se haya echado a perder. Ya se arrepentirá más adelante. Y entonces aquéllos que no nos desviamos de la ruta marcada, convencidos de que en el horizonte de nuestra carrera profesional aguardaba una colocación segura, dentro de una oficina y con una secretaria presta a aliviarnos las horas muertas, reafirmábamos nuestra posición al cruzarnos con la oveja negra en un parque comercializando papelinas o vendiendo pelucos robados en un semáforo.
🕐 26/06/2007 09:54
✍️ Prácticas