ADIÓS, MANOLO
Hay artistas maravillosos en la escena, pero insoportables fuera de ella. Otros, sin embargo, tratados de cerca, en la intimidad si cabe, concuerdan y se ajustan a la impresión que de ellos da la tele o el teatro. Manolo Escobar era de estos. Manolo Escobar era de verdad, sin pose. Y tratable, cercano, divertido, mentalmente inquieto, creativo sin cesar, culto, de inteligencia natural y, ¿porqué no decirlo?, un hombre de suerte, tocado por la vara mágica de la fortuna y elegido por los caprichosos aciertos de la vida. Con decir que la única vez que gané algo en la lotería fue por un décimo que él me regaló.