Que gran promesa solía hacer Don Bosco, a los muchachos de su época te prometo pan, trabajo y paraíso y con miradas de asombro e ilusión, le siguieron, esos chavales, la mayoría necesitados de poder recibir una educación y un calor humano, recordemos que Don Bosco, tenía un corazón muy grande.
Hoy es el día de este santo, que supo hacer el bien y proteger a muchos chavales que, Dios, le puso en su camino y que hoy están en los altares Indudablemente porque se les tendió una mano generosa y se les dotó de muchas cosas que, carecían: una educación sana, con unas directrices concretas y capaces de motivar a sus alumnos, una formación como personas y convirtiéndose en buenos cristianos y honrados ciudadanos
Por eso somos millones y millones de personas en todo el mundo que, gracias a que fundó la Congregación Salesiana, pudimos educarnos de una forma sana y que hoy tenemos el deber, de acudir a una iglesia Salesiana y póstranos a los pies de Don Bosco y cuando menos, darles las gracias a Dios, por habernos puesto a nuestro alcance, unos padres que, nos llevaron a un Colegio Salesiano que, recibieron el legado de Don Bosco y que con un carismático afán de, continuar esa hermosa labor en pro de una buena educación, siguen su formación para hacerse mujeres y hombres de buen corazón y sabiendo amar y respetar a su prójimo
Desde aquí, esta ventana abierta, al mundo entero, gracias a las nuevas tecnologías, como Internet, queremos lanzar al mundo entero, con alegría y reconocimiento: Gracias a Dios, gracias a Don Bosco, gracias a nuestros padres y como no gracias a todos los salesianos y salesianas que, siguen los surcos, marcados por ese Santo, ejemplar donde los haya que por eso es reconocido en el mundo entero, como Padre y Maestro de la Juventud, ¡Gracias Don Bosco!, Que convencido de que Dios lo quiere, echa los cimientos de dos nuevas corporaciones religiosa, venciendo de tal manera los prejuicios de ministros de aquella época, como Cavour, y éste le alienta a la empresa, precisamente cuando los religiosos se ven perseguidos a muerte por leyes sectarias pero Don Bosco, incansable, sigue y los que han recogido su antorcha luminosa y generosa, continúan realizando un relevo, constante y necesario, para el bien de los jóvenes de hoy
¡Gracias Don Bosco! Y Felicidades desde aquí, a la Gran Familia Salesiana y para todos, un regalo, lean esta nueva entrega de
PALABRAS AL OÍDO AÑO II NÚMERO 33 SEMANA 5/2008
Especial Día de Don Bosco 31de enero de 2008
PAN, TRABAJO Y PARAÍSO
Mis queridos amigos:
Cuántas veces le preguntaría Don Bosco a sus muchachos: ¿Te quieres quedar con Don Bosco?. La mirada asombrada e ilusionada de muchos de ellos expresaba de forma elocuente el deseo de un si largamente acariciado y esperado. Y para todos la promesa: te prometo pan, trabajo y paraíso. Sonó tan creíble la propuesta que muchos no dudaron y el corazón joven y apasionado de Juan Cagliero exclamó: Fraile o no fraile ¡me quedo con Don Bosco!.
Así fue siempre. Don Bosco les ofrecía el pan de cada día que no habría de faltar nunca en la mesa del pobre. Y aunque no hubiera más que un pedazo, lo partiría a medias con ellos. Sus chavales sabían que era cierto.
Pero les aseguraba también el pan de la Eucaristía, el pan tierno del encuentro con Jesucristo, el Señor de la vida; y con El, les ofrecía el trigo limpio de la educación, la blanca harina del cariño y la amistad, la levadura de un futuro nuevo que sería amasado les decía - con esfuerzo y compromiso.
Incansable y tenaz, Don Bosco repetía a sus muchachos: trabajo, trabajo, trabajo.... Era su santo y seña; era su manera de ser pobre, de vivir la austeridad, de comprender la solidaridad con los más necesitados. En su casa, los jóvenes y sus primeros salesianos aprendieron el valor del sacrificio y del empeño en las tareas cotidianas. En nuestra familia hemos comprendido que nuestro tiempo es para los jóvenes, que no nos pertenece, que somos hijos de un trabajador infatigable ¡Una auténtica experiencia de espiritualidad!
Pero les prometió también a sus muchachos el Paraíso: ¿A dónde va, Don Bosco?, le preguntaban algunos cuando se cruzaban a toda prisa con él por los pasillos, los patios, las calles de Turín ¡Al paraíso!, les respondía.
La mirada en el horizonte, más allá de la acostumbrada rutina o del mortecino vivir. Creativo y emprendedor, caminaba con los pies en el suelo pero con la convicción - aún en medio de grandísimas dificultades - de que un trozo de paraíso lo arregla todo.
Así vivió y así murió el santo de los jóvenes: avivando sueños que parecían imposibles y alentando esperanzas perdidas; adelantando el cielo para sus muchachos cuando el suelo era, tantas veces, un pequeño infierno porque en el margen no hay oportunidades a las que agarrarse si alguien no te tiende su mano.
Gastado hasta la extenuación, se despidió de ellos con un inmenso abrazo de padre y estableciendo un pacto con la eternidad: Di a mis queridos jóvenes que los espero a todos en el paraíso.
Sus muchachos, en el Oratorio de Valdocco, comprendieron que Don Bosco era amigo de Dios. Domingo Savio, y como él tantos otros, vivieron una experiencia tan intensa junto a él que expresaron con su vida santa que el cielo no puede esperar ¡Qué cosas más hermosas veo!. Y desde aquel momento en la casa de Don Bosco se hizo consistir la santidad en estar muy alegres.
Hoy resuena para ti la misma pregunta que escucharon muchos chicos en Valdocco: ¿Quieres quedarte con Don Bosco? Piénsalo en primera persona. En la familia salesiana te ofrecemos pan, trabajo y paraíso. Como a Cagliero, no te importe qué dirán de ti o cómo te las vas a arreglar. Sencillamente, quédate con Don Bosco.
Buena semana. Buena fiesta de Don Bosco.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez