Hace más de 35 años llegó a mis manos un librito, obsequiado por la Ciudad de Los Muchachos, casa de acogidas de una Obra Social, a favor de chavales muy humildes, de niñez desvalida que, estaba por aquellos tiempos en la sevillana y macarena calle de San Luis, 132 y que fue fundada el día 20 de mayo de 1952. Donde según se puede leer en la contraportada se dedicaban por aquellos años y posteriores a la formación social, cultural, etc de forma totalmente gratuita Esto ha sido posible, gracias a nuestros bienhechores y amigos que, siempre han ayudado a esta obra. Le reproducimos las portadas y me he permitido la licencia por mi parte de sacar un resumen adaptado a este medio de nuestros días Internet que, bien empleado tiene un efecto multiplicador y que puede hacer llegar un mensaje tan importante, como necesario para todos a los cinco continentes.
.QUINCE MINUTOS EN COMPAÑÍA DE JESÜS SACRAMENTADO
Quince minutos en compañía de Jesús Sacramentado y ¿Qué son 15 minutos dedicados a Jesús Sacramentado?, cuando perdemos tantas y tantas horas en mil y una cosas todos los días Se trata de entrar en cualquier Sagrario y entablar una conversación amigable con nuestro mejor amigo: Jesús Sacramentado No es, preciso, hijo mío, saber mucho o tener mucho, para agradarme mucho, basta que me ames con fervor. Háblame, pues, aquí sencillamente, como hablarías a tu madre, a tu hermano. ¿Necesitas hacerme a favor de alguien una súplica cualquiera? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus hermanos, un hijo, un amigo ; dime amigablemente qué quisieras que hiciese actualmente por ellos. Pide mucho, mucho, no dudes en pedirme; me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos, para atender a las necesidades ajenas. Háblame así, con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelan volver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado Dime por todos una palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón; y ¿no ha salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón especialmente ama?... Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia?. Hazme, si quieres, una como lista de tus necesidades, y ven, léela en mi presencia. Dime honestamente que sientes soberbia, amor a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente, vanidoso ; y pídeme después que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos que haces para quitar de ti tales miserias. No te avergüence, ¡pobre alma! ¿Hay en el cielo tantos justos, tantos Santos de primer orden que, tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad ; y poco a poco se vieron libres de ellos. No menos dudes en pedirme bienes espirituales y corporales: salud, memoria, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios: todo eso puedo darte y lo doy, y deseo que me lo pidas, en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. Hoy por hoy, ¿qué necesitas? ¿qué puedo hacer por tu bien? ¡Si supieras los deseos que tengo de favorecerte! ¿Traes ahora mismo entre manos algún proyecto?. Cuéntamelo todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Qué quieres haga por tu hermano, por tu amigo, por alguien en concreto ? ¿Qué desearías hacer por ellos? ¿Y por Mí? ¿No sientes deseo de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho y que viven quizás olvidados de Mí? Dime que cosa llama hoy especialmente tu atención, qué anhelas más vivamente y con qué medios cuentas para conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y yo te diré las causas del mal éxito. ¿No quisieras que me interesara algo en tu favor?... Hijo mío, soy dueño de los corazones y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, adonde me place. ¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió? ¿Quién lastimó tu amor propio? ¿Quién te ha despreciado?... Acércate a mi corazón que, tiene bálsamo eficaz para curar todas esas heridas del tuyo. Dame cuenta de todo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de Mí: todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición. ¿Temes por ventura? ¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías que, no por infundadas dejan de ser desgarradoras? Échate en brazos de mi providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento de desamparó. ¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora olvidadas se alejan de ti, sin que les hayas dado el menor motivo? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado, siempre que no sean un obstáculo a tu santificación. ¿Y no tienes tal vez alegría alguna que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella, como si fuera un buen amigo? Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreír tu corazón. Quizá has tenido agradables sorpresas, quizá has visto disipados negros recelos, quizá has recibido faustas noticias, alguna carta o mail ó muestra de cariño y afecto; has vencido alguna dificultad, enfermedad, o as salido de un lance apurado. Obra mía es todo esto, y yo te he ayudado. ¿Por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme sencillamente, cómo un hijo a su padre: ¡Gracias, Padre mío, gracias!? El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le gusta verse correspondido. ¿Tan poco tienes promesa alguna para hacerme? Leo, ya sabes, en el fondo de tu corazón. A los hombres se les engaña fácilmente; a Dios, no. Háblame, pues, con toda sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a aquella ocasión de pecado? ¿De privarte de aquel objeto que te dañó? ¿De no leer más aquel libro, revista, Web que exaltó tu imaginación? ¿De no tratar más aquella persona que turbó la paz de tu alma? ¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra persona a quien, por haberte faltado, has mirado hasta hoy como enemiga? Ahora bien, hijo mío; vuelve a tus ocupaciones habituales, al taller, a la oficina, a la familia, al estudio ; pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos mantenido aquí tú y yo, en la soledad del santuario. Guarda, en cuanto puedas, silencio, modestia, recogimiento, resignación, caridad con el prójimo. Ama a mi Madre que, lo es también tuya, la Virgen Santísima, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más entregado a mi servicio. En mi Corazón Sacratísimo encantarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos.
Hoy es la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, quizás cerca de casa, encuentres una iglesia, donde venerar a Jesucristo bajo la advocación del Sagrado Corazón.
Corazón Sacratísimo de Jesús, en Vos confío.
Para terminar os dejo seguidamente una oración muy especial y popular .Oración de los enfermos al SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Señor Jesús, te agradezco el don de la vida. Tú conoces las personas y las circunstancias que me han formado ya sea física, emocional y espiritualmente. Ellas, y las más íntimas experiencias de mi mente y de mi corazón, me han hecho la persona que soy ahora. Perdóname, Señor, por todas las veces que te he fallado, por mi fallas contra mi mismo y los demás. Al mismo tiempo, perdono a todos los que me han fallado de alguna manera y me han herido. Ayúdame a ver que mi enfermedad tiene una parte muy importante en mi vida. Ella me ayudará a ser plenamente la persona que Tu quieres que yo sea. No permitas que yo pierda o desperdicie lo que Tu quieres hacer conmigo para hacer completa mi vida en esta tierra y para preparar mi vida contigo en el Cielo. Ahora yo no puedo orar de la manera que quisiera. (Estoy adolorido, cansado confundido). Te pido que aceptes cada uno de mis respiros como un acto de amor y de confianza en Tí. Tu eres mi Salvador. Yo quiero descansar sobre tu amante Corazón en la seguridad y en la paz, como un niño en los brazos de su padre. Yo sé que Tú no me abandonarás. Te amo, mi Señor, quisiera amarte como Ella te amó. Amén.