Mucho ha cambiado el baloncesto actual del tradicional que conocieron nuestros ancestros y el rol del hombre grande ha ido «evolucionando» a la misma vez que perdiendo importancia
Si se mira al juego inventado por Naismith en 1891 en un principio y al deporte de élite que conocemos ahora, tendremos similitudes y diferencias. Además de notar una evolución que te da el paso de los años. Han aparecido nuevas reglas, nuevas dimensiones e incluso una revolución en las distintas posiciones. En un principio los denominados pívots eran los hombres más grandes con una corpulencia mayor y al que le dabas el balón en la zona para que se abriera hueco con su cuerpo para anotar.
Con el paso de los años, eso ha cambiado muchísimo e incluso ha hecho que el juego interior para esos hombres corpulentos esté cada vez menos presente. Pocos gigantes quedan ya en el baloncesto moderno. Desde la aparición de la línea de tres puntos allá por 1933 a los hombres altos se les ha querido poner trabas. Esta misma línea se creó con el objetivo de equiparar un poco la hegemonía de estos dominantes en el juego. Lanzar desde más lejos y con un valor mayor para contrarrestar a las canastas de dos puntos más «fáciles» para estos tipos.
Tras esto empezamos a ver la figura de los triplistas, «especialistas» en el tiro exterior y consecuencia de esto la evolución de estos «grandotes» dominantes. El center ya pasa a ser mucho más ágil, a perder corpulencia y ganar velocidad para salir al exterior para lanzar. Actualmente se concibe la idea de un «5» como un base con más centímetros y más peso. El center ideal actual, es un jugador que pueda rebotear, subir el balón, intimidar en la zona, pasar de múltiples formas y además tirar bien desde fuera de la zona. Es por ello que cada vez tienen menos incidencia en el juego, personalmente creo que es un atraso. Bajo mi criterio me gustaría estar en la cabeza de cualquier entrenador de nivel europeo o NBA para saber por qué las «torres» ya no pueden tener el protagonismo que se le daban. El por qué no es una variable del juego más como es la salida de bloqueos del tirador.
El ejemplo ideal.
Para cuestionar esto, el ejemplo ideal podría ser Brooks De Bisschop. Un jugador al que poco le dejan brillar. El estadounidense podría ser un arma más para el equipo verdiblanco aunque lo tienen relegado a hacer el trabajo sucio. El center verdiblanco afronta la segunda temporada en Sevilla y pese no ser el «bombazo» que tenía Pedro Fernández, es una pieza que puede ser muy aprovechable para Gonzalo García de Vitoria. Aunque no parte de titularísimo como con Bruno, Brooks ha cumplido bastante en lo que ha jugado.
Al americano se le achacaba el ser muy tosco, que con pívots que le sacaban de la zona y lo ponían a «bailar» sufría demasiado. Se le echaba en cara que se cargaba mucho de faltas y aportaba poco en la anotación. Parece ser que eso lo ha intentado cambiar. No solo ha cambiado el dorsal 44 por el 22 sino que viene con menos kilos y más agilidad. Por lo que es incomprensible como el preparador bilbaíno lo tiene sumido en un rol de bloqueos para los exteriores y de distribuir bola.
Cierto es que el juego exterior de este año es mucho mejor que el del año pasado, pero las jugadas para que tanto De Bisschop como Kasibabu utilicen su corpulencia para generar desde dentro aún sigue faltando. Se sigue desaprovechando el perfil del «5» tradicional por uno actual que cada vez aparece menos en ataque. Es bastante injusto que en el juego estático, el rol de estos hombres sean sólo llevarse golpes para que el exterior se lleve el reconocimiento. Claro que es cierto que se necesita de ese trabajo menos vistoso. Aunque honestamente para disputar una liga como la recién estrenada Primera Feb se necesita multitud de variantes y el uso de un hombre grande en su zona de mayor impacto debería ser fundamental. Quizás esto sean solo más que una sola reflexión. Pero como aficionado al baloncesto más allá de cualquier equipo, el ver que no se sigue el modelo de juego de jugadores que admiraba y que se está perdiendo me parece un retroceso más que una evolución. Ojalá en el próximo «manual» de cómo ser un buen entrenador se incluya el perfil de pívot tradicional como variante ofensiva.