Tic, tac, tic, tac. ¡Ya son las diez y diez! Esta ciudad es un caos, hay atascos por cada centímetro de asfalto.
Disculpe, ¿me puede indicar dónde está la avenida de Burgos?
Todo recto, y la segunda calle a la derecha
Diez y cuarto. Por fin, avenida de Burgos número 8. Quince minutos tarde, pero ya estoy en la Federación Española de Baloncesto. Subo a toda prisa, al fondo de un pasillo, atravieso una puerta, y ahí estaban todos. Don Ernesto y mis compañeros. Había comenzado el I Master de Periodismo en Baloncesto.
Esta experiencia sirvió para iniciar unas relaciones hasta entonces inexistentes entre la España de Franco y la URSS de Stalin, explicaba Ernesto Segura de Luna, con suma calma y calidez, cuando, ahogada de calor por las prisas, pude sentarme en aquella sala cuyo suelo simulaba el parqué de una cancha de basket. Los años habían dulcificado la expresión de ese hombre, y su voz se había hecho más íntima y cercana. Entonces, estaba hablando del primer campeonato de Europa en el que participó la selección española. Al término de la conferencia inaugural del Master, quedé completamente fascinada: acaba de asistir al testimonio vivo de un protagonista de la Historia del baloncesto en nuestro país. Vivió aquella pionera competición en Moscú, el primer viaje del conjunto absoluto a China en 1973, la gloria de Los Ángeles Sencillamente, fascinada.