Robert Álvarez llamó la atención de todos los asistentes al Máster de Periodismo Especializado en Baloncesto por su timidez, quizás la mejor barrera para alguien que se sabe referente de una profesión cada vez más necesitada de modelos a seguir. Su discurso inicial, en el que advirtió que siempre debemos pensar que el que tenemos enfrente busca engañarnos o, como mínimo, vendernos su verdad, se vio salpicado por verdades universales como que el oficio de periodista requiere paciencia y muchas horas de dedicación; que jamás se debe aprender el interés por aprender; que la base de la profesión es querer saber siempre más; que debemos ser capaces de escribir para todos los públicos; o que debemos ofrecer a nuestros lectores valores añadidos, diferenciales, que les lleven a elegir nuestro periódico o nuestro medio y no el de la competencia.
Personalmente hubo una reflexión del periodista de El País que me llamó especialmente la atención, y que suele ser tema de debate con otros compañeros. Considera Robert Álvarez que es bueno que el periodista tenga una visión global, que incluso es aconsejable cambiar de departamento para tener una amplitud de miras que te permita distanciarte de los temas y relativizarlos, pero no sé hasta que punto eso choca con la especialización, ésa meta a la que todos queremos llegar, por lo menos en lo que se refiere al baloncesto.
He tenido que cubrir y a diario me ocupo de otras noticias que nada tienen que ver con el mundo de la canasta, desde vueltas ciclistas hasta incluso un combate de boxeo en una cárcel, pero me gusta que mi nombre se relacione directamente con el baloncesto de mi ciudad. ¿Estaré equivocada?